Apartamento 3 habitaciones, 93 m²

Riva del Garda, Trento (provincia)

Lago de Garda

En Riva del Garda los días comienzan con una luz particular, una luminosidad que nace del encuentro entre el lago y las montañas. El aire es fresco, ligeramente perfumado de vegetación mediterránea, y cada paso por la orilla del lago parece contar una historia. Las olas acarician la orilla con delicadeza, mientras que las velas de colores se mueven lento o rápido, dependiendo del viento. Es un lugar donde la naturaleza y el ritmo de vida encuentran un equilibrio raro, un lugar en el que cada mirada se pierde entre vistas que parecen pintadas.
Las calles del centro, con la Rocca que se refleja en el agua y la Torre Apponale que se eleva silenciosamente, invitan a caminar sin meta. Desde aquí parten senderos que suben por la ladera de la montaña, como el famoso Ponale, desde donde el lago aparece en toda su majestuosidad. Los amantes de la bicicleta, el senderismo o los deportes acuáticos encuentran en Riva un verdadero hogar, un escenario natural donde cada actividad se convierte en experiencia, emoción y respiración profunda.
Y es en este escenario que, casi escondido en una de sus zonas más tranquilas, se encuentra el ático de vía San Nazzaro. Llegar significa alejarse unos minutos del movimiento del centro y encontrar un oasis de serenidad. Se sube al segundo piso de un edificio discreto, y tan pronto como se cruza el umbral se percibe una atmósfera cálida y acogedora.
Las vigas a la vista, con su presencia elegante, abrazan una zona de estar luminosa, un espacio abierto que invita a detenerse, compartir, vivir. La cocina ya está lista para acoger cenas improvisadas, desayunos lentos, conversaciones que se alargan mientras cae la noche. Tres amplias habitaciones ofrecen refugios personales, tranquilos, perfectos para familias, huéspedes, o simplemente para recortar rincones de tranquilidad.
Los dos baños, ambos con ventanas, traen consigo una sensación de practicidad y comodidad: uno equipado con un baño con lavadora y secadora, el otro más íntimo, pensado como baño principal. Y luego está el balcón, que se abre hacia una vista aireada. Aquí el tiempo parece detenerse: una taza de café, un libro, una puesta de sol... Bastan pocos para sentirse en otra parte.
Para completar este cuadro, una plaza de aparcamiento y un garaje, verdaderos tesoros en una ciudad tan querida y animada.
El apartamento en la calle San Nazzaro no es solo un lugar para vivir: es un punto de partida. El punto desde el que comenzar cada día con un horizonte diferente, hecho de naturaleza, movimiento, belleza y silencio. Un refugio, pero también una ventana a lo mejor que Riva del Garda